Ahorro en la factura energética 05/11/2020 Calderas de gas para el servicio de calefacción La modalidad más ampliamente utilizada para obtener confort térmico en los hogares. Los avances tecnológicos en materia de eficiencia han posibilitado que, en comparación con equipos comercializados hace tan sólo 10 o 15 años, una caldera de condensación actual aporte mejores resultados con ahorros que van desde el 20 hasta el 50% en consumo, dependiendo del tipo de generador y de su calidad. Las calderas de cámara abierta son las que ofrecen resultados menos eficientes y hoy se puede considerar que despilfarran combustible y emiten las mayores cantidades de contaminantes a la atmósfera, en su mayoría dióxido de carbono (responsable del calentamiento global), óxidos de nitrógeno (responsables de la lluvia ácida y diversidad de problemas respiratorios) e inquemados. Las calderas de condensación son capaces de obtener el máximo rendimiento del combustible empleado, al extraer para su utilización gran parte del calor latente contenido en los productos de la combustión. Es fácil observar que la temperatura de los gases evacuados por chimenea es mucho más baja que la de calderas convencionales, bajando de unos 130 ºC a unos 65ºC. Además, sus emisiones de óxidos de nitrógeno son mucho más moderadas al precisar tasas de aireación de la combustión mucho más modestas debido a que utilizan quemadores de premezcla. Prácticamente no producen inquemados. Obviamente, no todas las calderas de condensación ofrecen las mismas prestaciones, dependiendo de determinadas características técnicas y de su calidad misma; materiales constructivos, cuerpo de calor principal y rango de modulación son de suma importancia a la hora de concretar diferencias entre ellas. Pero en definitiva, son una de las mejores opciones para su uso tanto en instalaciones de alta temperatura (radiadores) como de baja temperatura (suelo radiante). Si se tiene en cuenta el ahorro que aportan, su plazo de amortización es muy corto; estimando consumos medios de 600 € anuales en producción de calefacción, respecto de una caldera atmosférica la amortización se produce antes de los cinco años. El resto de su vida útil permitirá destinar la reducción de los costes energéticos del hogar a otras partidas, con la ventaja añadida de contribuir a la preservación de la calidad del aire de nuestras ciudades y dar cumplimiento a los requerimientos normativos. Otros aspectos importantes de estos productos de alta eficiencia son: - La comodidad. No precisan trasiego y almacenaje de combustible y suelen ser de tamaño muy reducido. - El precio del combustible es sumamente ajustado y estable. - Los costes de mantenimiento son muy bajos. Por último, destacar que en el caso de las calderas de condensación mixtas, también producen agua caliente sanitaria con los mismos resultados desde el punto de vista de la eficiencia. Algunas recomendaciones El rendimiento no sólo depende del tipo de caldera instalada, sino que hay otros factores que influyen decisivamente. Estos son algunos de ellos: - Disponer de un sistema avanzado de regulación y control. El uso de termostatos clásicos no aporta ningún beneficio. Actualmente, la gran mayoría de fabricantes ofrecen dispositivos de ambiente modulantes y sondas externas a precios bajos que contribuyen a incrementar los niveles de confort, gracias a que pueden alcanzar la temperatura deseada en un corto espacio de tiempo, lo hacen con gran precisión y evitan el fenómeno de la inercia térmica. Se trata de no superar la temperatura consignada en ningún momento gracias a la disminución progresiva y adaptada de la temperatura de la instalación de calefacción. Introduce ahorros cercanos al 7%. - Seleccionar una temperatura de ambiente razonable. Un ambiente interior de 20 o 21ºC nos permitirá reducir costes y emisiones sin sacrificar el confort. - Programación horaria. Adaptando el uso a nuestras necesidades. El sistema de calefacción sólo generará consumo cuando se lo necesite. - Zonificación. En viviendas grandes o a diferentes niveles, permite activar el sistema sólo en las zonas ocupadas. Esta opción aporta comodidad y una gran reducción de costes. - Limpieza de la instalación. En el interior de las instalaciones térmicas se producen procesos de corrosión, precipitación de materiales disueltos, formación de lodos y proliferación de microorganismos que comprometen un funcionamiento fluido del sistema, reduciendo el rendimiento y la “salud” del mismo, pudiendo llegar a ser la causa de averías, tanto en la propia instalación como en la caldera. - Mantenimiento programado. Un buen mantenimiento de la caldera es fundamental para su conservación, durabilidad, rendimiento y seguridad. Puede evitar averías justo cuando más se necesita un funcionamiento óptimo. Es recomendable una revisión anual por parte del servicio técnico oficial del fabricante, puesto que es quien mejor conoce el producto. El RITE exige una revisión de toda la instalación térmica al menos cada dos años. - El desaireado de la instalación y los radiadores. La purga de aire del interior de la instalación y de la caldera incrementará la velocidad de los ciclos de calentamiento, evitará ruidos molestos y asegurará un funcionamiento óptimo durante toda la estación invernal. - La detección y corrección de fugas en la instalación. Evitará los restablecimientos repetitivos de la presión del sistema, evitando con cada llenado la aportación de materiales disueltos como la cal, que terminarán obstruyendo las conducciones, filtros y componentes de la instalación térmica y de la caldera. - Actualización de los equipos. Mantener una vieja caldera puede resultar muy caro. A parte de tener muchas más posibilidades de avería, introducen excesos de consumo perfectamente evitables y pueden llegar a poner en riesgo la seguridad. No son respetuosas con el medio ambiente. Un cambio a tiempo es una gran inversión. Beneficios y consejos Economía Hogar Seguridad Tecnología Videotutoriales Sostenibilidad ambiental Eficiencia Salud Business Curiosidades SAT Remolar